lunes, marzo 17, 2008

PEPITA SALVA LA VIDA.



Volvía a casa en mi bici y la ví acurrucada en un rincón. Paré y comprobé que efectivamente estaba herida, alguien la había disparado con una escopeta de perdigones y tenía sangre en su ala derecha, así que no podía volar y sentí que en mis manos estaba su vida. Si la dejaba iba a ser víctima de un gato, un perro o quizás de más crueldad humana...se llama Pepita. Estaba asustada y ahora empieza a coger confianza en su nuevo hogar. Vive en el campo, donde puede recuperarse tranquilamente para luego volver a volar libre. Si no vuela nunca más intentaremos que, al menos, tenga una vida feliz en su nueva casa donde oye cantar a otros pájaros, tiene solecito por las mañanas, comida, agua y calor del bueno, de ese que da el cariño.
Hace poco una mujer me contaba que recogió una paloma mensajera herida. La dió de comer de su mano, le puso calor, se levantó varias veces durante la noche a comprobar que estaba bien y finalmente localizó a un señor aficionado a la colombicultura que se hizo cargo de ella y ganó encima un amigo. La mujer me decía que una vida es una vida sin importar el tamaño o la forma que tenga y que si ella fuera paloma le hubiera gustado ser ayudada en esa circunstancia. Esta mujer tenía empatía ¡y hace tanta falta tener más de eso hoy en día!.
Hay personas que consideran que las palomas hacen mucho daño, transmiten enfermedades e incluso las envenenan y en algunas ciudades organizan batidas para cazarlas...la naturaleza es sabia y si están ahí es porque son necesarias. Para solucionar un problema de la naturaleza sólo tenemos que recurrir a la naturaleza, es así de simple. En Barcelona ya mantienen a raya la población de palomas con halcones, sin necesidad de poner a cuatro operarios a hacer de cazadores o de llevar a los vecinos molestos al límite de envenenarlas. No hacen falta escopetas tampoco, señores responsables de los ayuntamientos, pregunten a expertos, pongan depredadores y arreglen el problema de forma natural sin más aspavientos.
Y por último recordar, que pese a su mala fama que parece que sólo son un estorbo, los niños las adoran y son el símbolo de la paz.

1 comentario:

Perico dijo...

El gráfico que has colocado resulta muy interesante. Te recomiendo que lo pongas en conocimiento del ayuntamiento a ver si alguna de esas pobres almas ve la luz.

Pepita me acaban de decir que está bien y en breve puede que la visite "el veterinario" :)

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